viernes, 17 de abril de 2015

El aprendiz de Doula



El aprendiz de Doula


Por. Psic. Alejandro Castro Ledesma

                Esta es una historia en torno al nacimiento de mi segundo hijo, contada desde mi experiencia como varón, jugando un papel que generalmente es realizado por mujeres…según he investigado. Bueno pienso que todo comenzó cuando decidimos tener un nuevo bebé justo en nuestra luna de miel, la cual tenía varios años postergada al igual que nuestra boda, no somos una pareja del todo organizada, así que no planeamos donde se atendería mi esposa o que haríamos en caso de salir embarazados, total ya habíamos vivido el proceso del trabajo de parto una vez, el cual culminó en una cesárea aparentemente exitosa. No entraré en detalles al respecto, pero he dicho “aparentemente”, por que mi mujer físicamente se sentía bien, la cicatriz no se notaba y su recuperación fue rápida. Sin embargo diversas situaciones (los tactos para medir la dilatación, la desinformación) sobre todo el no poder tener a nuestro hijo inmediatamente nublaron lo que debía ser una de las experiencias más maravillosas que puede vivir el ser humano.

                En aquella ocasión yo la veía angustiada, pero eso cambió cuando tuvo a nuestro hijo en brazos, no sabía que el no haber logrado dar a la luz de manera natural era un tema que le dolía y la ponía en una discusión interna en donde se cuestionaba a sí misma sus capacidades como mujer, había un par de preguntas que durante su segundo embarazo me enteré rondaban en su ser: “¿habré hecho algo mal?” “¿habrá algo mal conmigo que no pude dar a luz?” la verdad no lo entendía y debo confesar que de pronto pensaba que era una exageración o un capricho.

                Ella tuvo, desde que supimos estábamos embarazados, la idea de que fuera parto natural, el médico que confirmó el embarazo advirtió de los riesgos de un parto después de cesárea y dijo que él no se arriesgaba, sobrevino nuestra primera discusión al respecto, como pareja procuramos hablar de lo que nos preocupa y estas conversaciones me fueron permitiendo ponerme en su lugar un momento pero más que eso sentir lo que ella, desde mi perspectiva claro y entender en primer lugar por qué quería el parto.

                Decidimos visitar la clínica que atendió a nuestro primer hijo, realmente no teníamos muchas opciones. Mi esposa, poco a poco se desilusionaba más de la atención que recibía de su médico. En una visita para conocer al nuevo bebé de una de sus amigas, nos contó de su experiencia, un parto en casa, con partera, doula, ginecólogo y pediatra. Que riesgo pensé, pero allá ellos, estoy seguro que cuando pensé eso vi luz en los ojos de mi mujer y dije: ¡demonios va a querer lo mismo! Pues salimos de esa casa con información sobre la partera, la visitamos (plan con maña), para un ajuste de cadera para mi esposa y nos invitó a la charla informativa, yo ya sabía cuando era, para esto ya había leído sobre la institución, quien la fundó, desde cuando trabajan en Guadalajara y sobre el parto humanizado, entre lo que encontré yo y lo que mi esposa me compartía me iba formando una idea distinta de esta onda "hippie" del parto humanizado, hasta pensé en invitar a mi mamá, enfermera por 45 años, la mayoría de ellos en cuidados intensivos neonatales, “que ella sea tu duola le dije a mi mujer”. Claro que a mi mamá no le hizo gracia, 45 años de institucionalización con todo respeto para mi madre no se rompen fácil. A solo 20 días de que naciera nuestro bebe estábamos sentados oyendo la plática, si que bonito... pensaba yo, como no es su familia... No podía dejar de sentirme angustiado. Vi que el parto era todo un proceso, hablaban de un curso de parejas, las técnicas de respiración, etc., no teníamos nada, aun así cancelamos el paquete contratado en la otra clínica, el médico solito se hecho la soga al cuello ante una mujer ya decidida.

Optamos por el parto en casa, ya no le avisé a nadie, fue una decisión solo de mi mujer y mía; no quería opiniones yo estaba seguro de ella y ella de mi, sabía que yo haría lo necesario para estar con ella, solo pudimos contar con partera y ginecólogo. Yo seré tu doula le dije a ella en broma, leímos sobre como serían las cosas y practicamos respiraciones, etc., nos enfrentaríamos a lo real el día del parto.

Inevitablemente se llegó el “día de la fiesta”, rompió fuente en la madrugada de un lunes, habló con el Dr., con la partera, todo tranquilo, pedí el día en el trabajo, ya al medio día visitamos al Dr., me indicó como tocar la cabeza del bebé, oímos su corazón, todo bien, la lleve a casa, fui a comprar lo que nos pidieron para el parto en casa, ¡no teníamos nada!, todavía a las 20:30 ella estaba muy tranquila con las contracciones aumentado en dolor y frecuencia. Alrededor de las 22 horas Dr., y partera estaban con nosotros, oímos el corazón del bebé, todo muy bien. Ambos estábamos tranquilos, mi esposa tenía el ambiente que eligió: luces bajas, música suave, inciensos. Yo hubiera preferido rock! Hablé con mi hijo mayor sobre lo que sucedería, mi suegro estaba en casa para ayudarnos a cuidarlo, mi concuño estuvo ahí por casualidad, ahora que lo pienso, nació entre hombres, cosa poco común a lo que yo entendía como parto tradicional. ¿No debería haber estado yo hecho un mar de nervios fumando en otra habitación? Pues no, estuve con mi esposa en cada contracción, cuando dormitaba, cuando olvidaba respirar por el dolor, cuando necesitó masajes, realmente la presencia del Dr., y la partera fue un mero “estar ahí” durante gran parte del tiempo, la partera sugería algo de cuando en cuando, algunas cosas eran justo lo que yo le proponía a ella, descansa, respira, cambia de posición, etc., mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de estar juntos de una manera espiritual e intima, distinta a otros momentos, no sé ella pero a mi me ha generado una sensación de mayor cercanía entre nosotros.

En la recta final, entramos a la regadera, estuvimos ahí como media hora, ella lo cuenta diferente, pero yo recuerdo que al estar en la bañera ella decía que le faltaba dar “ese brinquito”,  que la partera le había mencionado, entre contracciones me abrazaba, y se colgaba de mi, en los momentos de dolor le recordaba respirar y le masajeaba la espalda, cuando me miraba veía algo en sus ojos, que traduje como miedo, recuerdo que en un descanso le dije: amor te preparaste para esto, puedes hacerlo, estoy contigo, confío en ti y no te dejaré sola; después de eso, quiso sentarse, la ayudé, entró la partera y en base a síntomas dijo es el bebé que ya viene, si te tocas sentirás su cabeza, mi mujer lo hizo y su alegría distaba de su expresión de dolor que había tenido antes, “hola mi amor” dijo al sentirlo, la partera fue a avisar al Dr., que descansaba, creo, ahora solo era cuestión de tiempo, durante las contracciones mi hijo mayor entró, se asustó al ver a mamá sufrir, mi suegro se lo llevó, esperamos dos contracciones más, creo de las más dolorosas según lo que veía en la expresión de mi esposa, ya podía ver la cabeza de nuestro bebé, sentí miedo de ver que no salía por completo, al verlos tranquilos a ellos (Dr., y partera) me concentré de nuevo en mi esposa, respira, recuerda el mar, aquí estoy es todo lo que atinaba a decir y a respirar junto con ella. Pujó por última vez y vi como Dr., y partera recibían a nuestro hijo y se lo posaban en el pecho a mi mujer mientras lo limpiaban. Ella hizo su trabajo, y yo el mío que según una definición que encontré una doula acompaña a la mujer embarazada y le brinda apoyo físico y emocional continúo, tratando de comprender las necesidades de la parturienta en cada momento, ayudando a que la mujer recupere la confianza en su capacidad fisiológica de parir, amamantar y criar a su bebé. Con todo respeto para quienes hacen esta labor, pienso, en base a esta experiencia, que si este acompañamiento es realizado por la pareja generará grandes beneficios para la vida conyugal, como psicólogo en el trabajo con parejas y familias, una constante es la incomprensión mutua de las cosas que nos hacen diferentes a hombres y mujeres, una experiencia como la que me tocó vivir a mí me ha permitido tener una mayor conciencia de lo que vive una mujer en la experiencia de dar a luz, pero también de hablar con mi esposa sobre mi propia vivencia al estar ahí, que como dije antes lleva nuestra relación a niveles distintos, en donde nos convertimos más en quien somos al convertirnos en una parte del nosotros.

Así que para terminar invito a los hombres a que vivan esto con su mujer, nunca sabremos que se siente parir…espero. Pero en verdad es una oportunidad única de comunión entre la pareja y de mirar la culminación de un milagro que ayudamos a formar.