Réquiem para los jóvenes.
Por. Psic. Alejandro Castro.
contacto. lic.alexcastro@gmail.com
Nuevamente la ciudad de
Guadalajara ha sido testigo del deceso de dos jóvenes, algunas personas han
dicho que se lo buscaron, que jugaron con fuego, otras que es una lástima, que
esto debe parar, los medios de comunicación advierten, en algunos casos, sobre
el riesgo de usar las redes sociales, se convoca a no visitar plazas
comerciales, antros, bares, etc., etc., recomendaciones huecas a mi ver, ya que
cada que esto sucede es lo mismo, y sucede a menudo, estudiantes, como los de
2011 en las instalaciones de la FEG, por mencionar un sonado caso, quien no ha
escuchado noticias sobre hallazgos de cuerpos sin nombre, los cuales en muchas
ocasiones son de menores de edad o de “adultos jóvenes”, que solo por el hecho
de haber cumplido 18 años ocupan de manera inverosímil otro rubro en la
estadística.
Pienso que independientemente de
si estudiaba o si pertenecía a un grupo del crimen organizado, la muerte de un
joven impacta negativamente a la sociedad, Salvador Allende, justo en la
Universidad de Guadalajara, alguna vez dijo: “ser joven y no ser revolucionario
es una contradicción hasta biológica”; la energía, el ímpetu, las ideas, pero
sobre todo el arrojo de los chavos pueden ser encausadas para un fin positivo o
uno negativo, que pasa cuando se juega con su sentido de justicia, esto al
observar que hay zonas de la ciudad que derrochan recursos públicos mientras
que el espacio que ellos ocupan literalmente se derrumba, esto agrede y no
esperemos que no haya una respuesta por igual agresiva, aunado a ello hay una
nueva organización en las familias que también influye.
Si bien no todas las familias son
iguales, en muchos casos niños y jóvenes hoy día crecen en entornos familiares
donde ambos padres salen a trabajar, pasan mucho tiempo fuera de casa, algunos
supervisan por teléfono, buscan actividades extraescolares, consienten gustos,
buscan apoyo, pero paralelamente no se habla sobre emociones, los límites no se
supervisan, se desconocen amistades, no se les escucha, no se les dan
responsabilidades, todo siempre con la mejor intención: “que no pasen por lo
que yo”, pero no nos detenemos a pensar que las privaciones que tuvimos
forjaron lo que somos; otro factor a considerar ahora que hablamos sobre la
inclusión de ambos padres al entorno laboral, es que hay mayor aceptación de
que las mujeres trabajen y no por convicción sino por necesidad, pero hay
hombres que no han comprendido que si la mujer apoya como proveedora, ellos
tienen que ayudar en los quehaceres del hogar y la crianza de los hijos, ya que
de lo contrario las mujeres padecerán de burn out, pero de eso hablaré en otro espacio.
Continuando con los adolescentes,
si no hay nadie que me motive, escuche, rete, impulse y oriente soy materia
dispuesta para un sinfín de cosas, sin importar la clase social, si no tengo un
sentido de pertenencia a mi hogar, bien puedo unirme a una pandilla o una
organización criminal, cuando no sé como hablar sobre mis emociones puedo
consumir drogas o cortarme, por drogas entiéndase tanto las legales como las
ilegales, desde los chavos que están en la esquina fumando mota y tomando
caguamas, hasta aquellos que pagan whisky y tachas en los antros de moda. Todos
iguales de propensos a que alguien decida persuadir su espíritu para unirse a “algo
grande”, a tener lo que nunca se ha tenido o a obtenerlo por medios “propios”,
y porqué no entrarle si nadie más te pela, si a nadie le interesa y te están
dando la oportunidad de sobresalir, lo que no les dicen es que son desechables,
desdeñables, precisamente por que si a la familia y a la sociedad no les
importa porqué al crimen sí, para mi tiene lógica, no es otra cosa que un
proceso de adaptación como el que describe Víktor Frankl en su libro “el hombre
en busca de sentido”, si aquellas personas sobrevivieron a la violencia del
holocausto como “muertos vivientes” aferrándose al ideal del amor, la esperanza
y un toque de suerte, como pedir que los jóvenes que sienten carecer
precisamente de esto tan básico, no busquen medidas arriesgadas de adaptación.
En mi profesión he tenido el
gusto de trabajar siempre rodeado de niños y adolescentes, en muchas ocasiones
han tenido la confianza de contarme que les hace falta y los que no, lo dejan
implícito y son cosas tan básicas como la escucha, la comprensión, la guía. Se
desarrollan programas y/o eventos a los que asisten a veces con gusto, a veces
condicionados, en algunos no hay seguimiento, se hace un gran evento con
música, escogida claro por el organizador, no vayan los chavos a escoger algo
que no sea “productivo o saludable”
bicicletas, patinetas, balones, lo necesario para lograr una
convocatoria aceptable, muchas fotos que saldrán en el periódico para demostrar
que se hace algo, pero ¿y el seguimiento?, ¿acaso se involucra activamente a
los papás?, la realidad es que los chicos vuelven al entorno complicado, tanto
si son de barrio o son de “la alta”.
Los adolescentes son “duros”,
difíciles de comprender, cuando han decidido edificar una muralla en torno a
ellos es complicado llegarles, a veces se piensa que hay que derribar esa
pared, pero que tal si en vez de buscar derribarla se busca que ellos abran una
ventana o una puerta, no es cosa del otro mundo, a veces solo basta con poner
atención, interesarse por cosas que les motivan, un poco de nuestro tiempo,
para evitar que se conviertan, como versa la canción de la legendaria banda
integrada por jóvenes incomprendidos: Black Sabbath, en niños de la tumba y
vernos obligados a seguir escuchando música de réquiem para nuestros jóvenes.